sábado, 10 de mayo de 2008

ESTIMULACIÓN PRECOZ Y ATENCIÓN TEMPRANA EN EL NIÑO SORDO


ESTIMULACIÓN PRECOZ
Los primeros años de la vida de un niño son los más decisivos. El problema que puede llegar a tener un hijo sordo está condicionado por el nivel de lenguaje en el momento de la aparición de la sordera. Es diferente el desarrollo de un niño con el lenguaje oral y/o escrito adquirido que un niño que es sordo desde el nacimiento. Distinguiremos, pues, los niños con sordera congénita y los de sordera adquirida.

Los primeros son niños con una gran dificultad de comunicación con el exterior ya que carecen de lenguaje (sordomudos). Éstos tienen más dificultades para relacionarse con los demás e interactuar con el medio. Cuanto más intensa sea la sordera mayor probabilidad de que haya mudez. A pesar de esta difierencia, el niño sordomudo estimulado correctamente desarrolla un nivel de inteligencia normal.Los trastornos de la sordera adquirida varían en fución de si ha aparecido antes de aprender a hablar y/o escribir o después. Si o hay lenguaje, la situación es parecida a los nioñs con sordera congénita. Si hay lenguaje en el momento de la aparición de la sordera, la dificultad para el desarrollo es menor.Por todo ello, el diagnóstico precoz y la aplicación de un tratamiento adecuado son desivos: la estimulación temprana, la utilización de prótesis (audífonos), la reeducación (aprendizaje de lenguaje por signos, lectura labial) y el tratamiento médico-quirurjico (implantación de prótesis, intervenciones quirúrgicas, medicación...) siempre y cuando el equipo médico lo considere necesario.

La estimulación del niño con deficiencia auditiva deberá potenciar sus posibilidades de relación, comunicación y desarrollo global.

En un principio, se trabajarán las capacidades sensoriomotrices: visual, táctil y e algunas ocasiones, auditivo. Para ello debemos utilizar todo lo que pueda llamar su atención. Por ejemplo, acompañando los estímulos auditivos de vibraciones percibidas por el tacto- un molinillo de café, la lavadora, la voz grave de papá, la aspiradora...-

Respecto al lenguaje, siempre que hablemos con nuestro hijo deberemos hacerlo de cara permitiéndole que pueda leer nuestros labios. La lectura labial facilita la comunicación.
Los padres debemos evitar las conductas de sobreprotección y de rechazo y debemos por encima de todo hablar, cantar, jugar con nuestros hijos...y, en la medida de lo posible, sin pensar "no me oye". Debemos considerar aquello que afecta al niño con deficiencia auditiva no siempre es una cuestión de volumen sino más bien de calidad del sonido.

Cuanto más grave es la sordera más frecuentes son los trastornos de personalidad y de desarrollo afectivo.
El niño sordo suele ser más indisciplinado que los demás. A menudo no controla sus reacciones. Da muestras de cólera, agresividad o melancolía cuando se le lleva la contraria. Al enfrentarse a situaciones que no siempre puede dominar, el niño sordo reacciona a la defensiva, huye, se esconde y se aísla de un entorno que le es desagradable o dañino. La privación de comunicación y sus limitaciones en general, son percibidas por el niño como una fuente de frustración. Debido a su déficit, no entiende-como podría hacerlo un niño normal- las órdenes que se le dan en casa o en la escuela. Todos estos aspecto sinfluyen sobre su personalidad y hay que tenerlos en cuenta a la hora de tratar sus conductas inapropiadas. Es recomendable la intervención de un psicólogo para tratar los problemas afectivos del niño y atender las necesidades de los familiares.

Los padres necesitarán ayuda y mucha dedicación para educar a un hijo con un trastorno auditivo y siempre deben evitar poner en segundo lugar a los otros miembros de la familia, especialmente a los hermanos. La paciencia, la constancia y la actitud positiva son imprescindibles para que la convivencia familiar se desarrolle dentro de unos límites de normalidad y se cree un ambiente emocionalmente estable en el que el niño pueda crecer equilibradamente.

ESTIMULACIÓN TEMPRANA
Debe iniciarse en cuanto se detecta la deficiencia. Las sesiones son individuales, de 45 minutos de duración media, tres o cuatro días a la semana. Se trabaja de forma globalizada y con espíritu lúdico, en un ambiente de afecto y confianza, en los siguientes campos:

Entrenamiento auditivo:
El entrenamiento auditivo va encaminado a compensar y disminuir el déficit auditivo, ejercitando al niño en los siguientes campos:
Descubrimiento del mundo del sonido a través de instrumentos musicales, ruidos ambientales, amplificadores de sonido, altavoces, vibradores, tarimas vibratorias y globos.Diferenciación entre presencia y ausencia de sonido.Asociación de movimientos corporales a las características del sonido.Discriminación de instrumentos.Imitación de ritmos.

Area de comunicación no verbal-verbal. Lenguaje comprensivo y lenguaje expresivo:
Provocamos en el niño sordo la necesidad de comunicarse, consiguiendo emisiones espontáneas de voz hasta llegar a la palabra. Para ello recomendamos las siguientes acciones:
Establecer durante los primeros mese de vida del bebé una interrelación que favorezca las situaciones comunicativas mediante la mirada, sonrisas, gestos, expresiones faciales, vocalizaciones, palabras. Aprovechar las primeras emisiones vocálicas del bebé, hacerle tomar conciencia de sus posibilidades fonatorias a través del tacto y la audición, ayudándonos de su propia prótesis, de vibradores, equipos de sonido, programas de voz de ordenador y de los movimientos de los labios. Realizar juegos acompañados de emisiones y fonemas vocálicos. Asociar los fonemas de nuestra lengua a movimientos corporales que faciliten su emisión (metodología verbotonal). Efectuar imitaciones corporales, imitaciones de expresiones faciales e imitaciones de praxias oro-faciales. Llevar a cabo ejercicios de respiración y soplo. Provocar emisiones intencionadas de voz, acompañadas de gestos naturales. Forzar la imitación de los fonemas más sencillos, por audición y ayudados de la lectura labial. Conseguir las primeras palabras intencionadas e iniciarle en el lenguaje.

Área perceptivo motriz y formación de conceptos básicos:
A través de un ambiente apropiado ayudaremos al niño al conocimiento del propio cuerpo y a la exploración del espacio que le rodea. Partiendo de la observación y exploración se crean situaciones que ayudan al niño a elegir, asociar, diferenciar, organizar, clasificar objetos, formas, tamaños y colores, vigilando y facilitando que superen las pautas de desarrollo apropiadas a su edad.

Área de autonomía personal-social:
Hay que fomentar en función de la edad del niño la actuación por sí mismo, para que aprenda de sus propias acciones. Es necesario que existan unos límites claros razonables dentro de un contexto de libertad que proporcionen al niño estabilidad, equilibrio y seguridad.

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